Se estima que la población mundial sobrepasará los 9 mil millones de personas en 2050. Este requerirá la producción de un 60% más de alimentos, con una superficie cultivada en disminución por la urbanización, la degradación de algunas áreas y la imposibilidad de sumar nuevas tierras al cultivo a causa de la fragilidad de estos ambientes (Sadras et al, 2015). Por este motivo, la mayor producción de alimentos deberá provenir de la intensificación, a través de la incorporación de tecnologías de insumos y procesos, tanto en Argentina (Caviglia et al., 2019) como en el resto del mundo (Cassman & Grassini, 2020; Sadras et al., 2015; Guilpart et al, 2017).
Los cultivos de gramíneas en nuestro país expresan un gran potencial productivo y alta exigencia de factores de producción, entre ellos fertilizantes.
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